Los ciudadanos tenemos todo el derecho y
la razón de estar indignados por la corrupción, el incumplimiento al estado de
derecho y la deshonestidad… Pero ¿estaremos mirando en la dirección correcta?
Este es el blog de los Ciudadanos comprometidos con cambiar a México, a través de lo único que ni el gobierno, ni los poderes fácticos pueden limitarnos: nuestro propio liderazgo personal. Los que aquí leemos y publicamos somos Ciudadanos que no creemos que el cambio provendrá de la autoridad o de terceras personas. Somos Ciudadanos convencidos de actuar en primera persona, para cambiar nuestra realidad, para inventar nuestro país. Porque los responsables de transformar a México somos Tú y Yo
miércoles, 29 de abril de 2015
lunes, 27 de abril de 2015
Comenzamos el recorrido: las acciones del Proyecto Ciudadano
Después de leer y escuchar muchas
sugerencias y opiniones sobre iniciativas ciudadanas, es evidente que las que
habrán de transformar a profundidad a nuestra sociedad, son aquellas que caigan
de este lado: del lado de los Ciudadanos. El debate ha sido nutrido y
apasionante, cargado de energía y controversia, pero ha valido la pena. Aquí la
descripción de las primeras acciones.
Considerando las “Seis Premisas”, en su
espíritu y razonamiento, si algo hay que rápidamente puede cambiar el estado de
cosas será que Nosotros, los Ciudadanos, emprendamos en el territorio más
promisorio y de mayor fertilidad: el
cumplimiento irrestricto del estado de derecho. Pero congruentes con estas
mismas Premisas, no proponemos exigir a “terceras personas” que se cumpla la
ley, sino que, a diferencia de la tradición, propugnamos por esto suceda en el espacio estrecho, entre Tú y Yo.
Los Ciudadanos que no pertenecemos a la
“clase política” directa o indirectamente somos la inmensa mayoría de este país
(más del 95% de la población), por lo que si incidimos en este sector que es
nuestro, la transformación puede suceder pronto y, lo más importante, bajo
nuestro control. Ningún miembro de la penosa “clase política”, nos lo podrá
impedir, como tampoco guiará nuestros actos en este sentido; los Ciudadanos daremos el ejemplo de lo que
es una conducta ejemplar, la cual desalentará y restará fuerza a la cultura
de la corrupción cuyos mayores actores y mayores dividendos se quedan en esta
deshonrosa “clase política”.
Los pequeños, pero nunca insignificantes
movimientos que como Ciudadanos organizados habremos de dar, reducirán los espacios convenientes que
actualmente se multiplican por miles, creando las grandes áreas donde se cristalizan
las más abyectas formas de corrupción. Al cerrar estos vacíos de
cumplimiento a la ley, el derecho y la norma, los Ciudadanos habremos de demoler las bases sobre las
cuales, los grandes actores de la corrupción sustentan sus deshonestos actos.
Como es predecible, habrá quienes opinen
que impulsar acciones de esta índole “no cambiarán nada” ni reducirán la
corrupción. Para quienes así opinen,
nuestra respuesta es, desde ahora, que se aseguren de haber revisado, cavilado
y comprendido a profundidad “Las Seis Premisas”. Si así lo hacen,
entenderán la lógica de esta iniciativa y del porqué proceder de esta manera.
Quienes a pesar de ello se mantengan en el
escepticismo, tengan presente que la circunstancia que vivimos en la actualidad
no es una causa como tal, sino en todo momento, una consecuencia de los que por años y generaciones ha marcado la
tónica de las relaciones de los Ciudadanos entre Nosotros y para con quienes
nos han gobernado.
En este punto es muy importante enfatizar
que no creemos que revertir la situación
requiera el mismo tiempo que nos llevó llegar hasta este punto. Esa versión
del cambio es tan falsa como ver en la Ciudadanía víctimas indefensas de “un
sistema perverso”. Es negar nuestro liderazgo y por ende nuestra fuerza como Ciudadanos.
Aun cuando el camino que hasta aquí hemos
recorrido nos ha llevado décadas, revertir
la situación es más sencillo de lo que parece, si tan solo consideramos el
efecto que tiene el que más del 95% de la población actuando de manera
correcta.
Ahora bien, estamos seguros de que hay
quienes colocados en las filas de la ciudadanía le apuestan al fracaso de este
tipo de iniciativas. Personas que en su
mayoría, más que damnificados son beneficiarios del estado actual de cosas, por
lo que una iniciativa de esta naturaleza, atenta en contra de su “zona de
confort”. Esta gente, aunque no pertenezca a la penosa “clase política”,
tampoco merece el título de Ciudadanos, por lo que por definición, no caben
como parte de este esfuerzo.
En los siguientes días habremos de estar
comunicando las acciones que contienen a esta iniciativa. Reiteramos que serán acciones sencillas, accesibles a todos, cuyo peso
radica de la repetición y el volumen de su realización. Nada imposible de
llevar a cabo, así como tampoco movimientos espectaculares.
Cada acción será como un paso de un
trayecto decidido que los Ciudadanos hemos resuelto dar en pos de transformar a
México. Un paso a la vez como parte de un
recorrido que, usando nuestro liderazgo habremos de dar quienes creemos y
queremos una nueva realidad.
Los que lo haremos realidad seremos los Ciudadanos comprometidos con un
nuevo País: el País que queremos para nuestros hijos y, que con nuestros actos
cotidianos nos habremos de merecer.
martes, 21 de abril de 2015
De las ideas a los hechos: el perímetro del proyecto ciudadano.
Han quedado expuestas a gran nivel de
detalle “Las Seis Premisas” que, en nuestra opinión, dan sustento a un proyecto de transformación
ciudadana. Es tiempo entonces de dar paso a las acciones, asegurando que estas tengan
la solidez necesaria para llevar adelante los cambios urgentes que nuestra
realidad demanda. Al hacerlo habremos de considerar que un proyecto de esta
naturaleza, a manera de un ejercicio de refinación, habría de poder cumplir con
cada una de las premisas, sin controvertirse entre ellas y sí, resolviendo los
retos que cada una plantea.
Bajo tal certeza, un proyecto exitoso de
transformación ciudadana, debe ser un modelo de ejecución, gallardía,
honestidad y transparencia que avergüence a los miembros de la penosa “clase
política”, haciéndoles ver a los de lo
que podemos ser capaces los Ciudadanos (con mayúscula) organizados, sin
infringir la ley ni violentar el estado de derecho (1P).
De la misma manera por un solo principio de
congruencia, no habrá de caer en la tentación de sugerir que sean los propios
miembros de esta “clase política” quienes lo patrocinen o lo lleven a cabo,
sino estrictamente los ciudadanos “de a
pie”, como Tú y como Yo (2P).
Una iniciativa que no se politice ni pase a
formar parte del patrimonio de los partidos políticos; que prescinda de los
liderazgos mesiánicos y el uso de los recursos provenientes del erario público.
Una iniciativa auténtica e
indiscutiblemente ciudadana (3P).
Un proyecto ciudadano que ataque frontal y
decididamente a la corrupción, renunciando a la realidad de que esta ha sido y
siempre podrá ser una forma de obtener ganancias personales de diversa índole,
que por otros medios lucen inaccesibles. Es
combatir la condición de “moneda de cambio” que la corrupción tiene en nuestra
sociedad (4P).
Un proyecto que no se quede en la queja y
la lamentación; que haga de la denuncia un medio y no un fin en sí mismo, en la inteligencia de que es necesario
actuar, no solo manifestar opiniones ni reclamar acciones de terceras entidades
(5P).
Un proyecto que asegure que le cerraremos
el paso a la corrupción, actuando en los
múltiples y muy frecuentes espacios que los ciudadanos le concedemos en nuestro
actuar diario, a las trapacerías y fechorías mayores de una clase sin
escrúpulos y que sin duda carece del sentido crítico de lo que significa ser
“servidor público” (6P).
No pretendemos ideas espectaculares ni
movimientos incendiarios, cuya complejidad imposibilite de entrada su
realización y dificulte su instrumentación, por parte de Ti y de Mí. Concentrémonos
en ideas contundentes, amplias, ambiciosas si, pero también plausibles, cuya
factibilidad esté al alcance de la mano de cada uno.
Apostamos a una iniciativa que enorgullezca
a las generaciones venideras y que modele el comportamiento ciudadano que
esperamos de nuestros hijos.
Un proyecto que le otorgue sentido a los
sufrimientos y pesares de quienes nos precedieron y que nunca vieron realizado
su anhelo de un México mejor.
Un proyecto en contra de la cultura del “no se
puede” o “parece inalcanzable”.
Un proyecto que honre a quienes perdieron
su patrimonio, su libertad o hasta su vida, como consecuencia del actuar de
funcionarios abyectos y personajes llenos de vileza y desprecio por los
electores y por nuestra Patria.
Y de manera sustantiva, un proyecto que capitalice
todo el aprendizaje, la ambición y la determinación de los líderes que habremos
de llevarlo a cabo, responsable y comprometidamente, hasta sus últimas
consecuencias: Tú y Yo.
martes, 7 de abril de 2015
La base de la propuesta Ciudadana: Sumario de las “Seis Premisas”
En los años y meses recientes, hemos conocido una serie de propuestas e
iniciativas para modificar el estado de cosas, en la realidad de la aún muy
joven democracia mexicana. Pocas de ellas fructificaron y, es nuestra
convicción, que el origen de su vulnerabilidad radica en un sustento
incompleto, inadecuado o de plano erróneo.
Es por ello que antes que proponer cualquier proyecto, quienes impulsamos
esta iniciativa hemos valorado como indispensable, el desglosar una serie de
premisas que aseguren un sustento firme y robusto para un emprendimiento tan
ambicioso. De no hacerlo así, estaríamos construyendo sobre una base débil o
carente de equilibrio, lo cual comprometerá el desarrollo exitoso de del
proyecto.
Así, lo largo de las seis entregas hemos
desarrollado las “Premisas” que a nuestro juicio, le dan un sustento sólido a
una propuesta de transformación, proveniente de la ciudadanía. Estos seis supuestos
representan una serie de realidades que no debemos desconocer si queremos
enfrentar exitosamente un cambio en las circunstancias que, día con día, sufrimos los
Ciudadanos. La razón por la que son estas
y en ese número, ha sido el contemplar todas las posibles realidades que hay
que advertir si queremos que la iniciativa sea exitosa. Algunas de las
iniciativas que en el pasado surgieron y que carecieron del éxito esperado, no
consideraron el alcance de alguna de ellas y de ahí, su fracaso o su beneficio incompleto.
El punto de partida es, tal vez, la más penosa realidad que da origen a
la necesidad de un cambio impulsado por iniciativa de los propios Ciudadanos:
el fracaso de una deplorable y calamitosa “clase política”, la cual día con
día, lejos de mejorar, pareciera regodearse en su vergonzosa condición. Baste
revisar una edición de cualquier diario (impreso o digital), en una fecha al
azar, para encontrar múltiples pruebas de ello. La "clase política" es una minoría numérica, que teniendo el apoyo legal de la mayoría, ha
defraudado al electorado en general.
La segunda consideración que expusimos a manera de premisa, consiste en
la paradójica y contradictoria expectativa que la ciudadanía manifiesta, casi a
diario, de que sean los deshonrosos e incapaces miembros de esta “clase
política” quienes lleven a cabo el tan esperado cambio. Es, por así decirlo,
“poner la iglesia en las manos de Lutero”. ¿Cómo
los ciudadanos esperamos que estos personajes que se solazan en la falta de
credibilidad y capacidad, sean quienes transformen la realidad? Esto es
incongruente; el caos, por sí mismo, no puede dar origen al orden.
Una tercera suposición consiste en la
experiencia de que el reducto natural de la participación ciudadana, en la
práctica solo ha incrementado nuestra decepción. La partidización de la
ciudadanía, parece condenada al fracaso, por diseño. Toda iniciativa
“ciudadana” que se ha conducido a través del camino de los partidos políticos,
parece tocada por el diablo y, tarde o temprano, se traduce en contra del
interés que le dio origen. Como dicen los
clásicos: “si quieres que un buen propósito se pervierta, impúlsalo a través de
un partido político”. Por otro lado, las Organizaciones de la Sociedad
Civil (u ONG´s), cuando se fundamentan en intereses legítimos de la ciudadanía, pocas
veces obtienen el éxito esperado y, el precio que han de pagar por ello es muy
alto y el lapso en que lo consiguen es muy extenso. Las soluciones “ciudadanas” a las que tradicionalmente se ha recurrido,
parecen destinadas al fracaso o, en el mejor de los casos a un beneficio caro y
lento.
Como una cuarta columna que sustente el auge
de un proyecto ciudadano, es necesario reconocer a la corrupción como una forma
de normalidad que parece regir, entre líneas, las relaciones entre los ciudadanos y
para con los gobiernos y gobernantes. La
sabiduría popular otorga a la corrupción una especie de brillo (por no decir
valor), sin la cual es imposible una convivencia sana y una vida completa (“el que no transa no
avanza”). Sin embargo, la posibilidad que esta cualidad de normalidad que la
corrupción otorga, es que nos lleva a reconocer dos condiciones de manera
palmaria: la primera, que todo acto de corrupción genera siempre dos
beneficiados, en menor o mayor medida. Corruptor
y corrompido de alguna forma obtienen ganancias, dividendos o provechos que,
fuera de un acto de corrupción no les son accesibles. La segunda, que la
corrupción es un fenómeno bilateral, de beneficio unilateral que, a la vez,
daña y contribuye, expandiendo de manera viciosa un círculo que ya forma parte
del paisaje en el que estamos acostumbradísimos a vivir.
La “Quinta Premisa” alude directamente a
una realidad frustrante e inexplicable: a
medida que la “participación ciudadana” ha crecido de manera palpable, existe
entre la ciudadanía en general, la sensación de que la corrupción ha crecido en
magnitud preocupante. Las páginas electrónicas de las redes sociales, los
editoriales de muchísimos diarios, las charlas de sobremesa y los corrillos en
los cafés, están llenos de queja e insatisfacción con el estado de cosas.
Una nueva forma de comunicación satírica se
ha apoderado de la libre expresión de las ideas, la cual se refleja en la
comedia televisada, la caricatura política y los llamados “memes” que se hacen
por miles de la actuación de la penosa “clase política”. Incluso en el colmo de
las cosas, la nueva propaganda política introduce la queja altisonante por el
cinismo y falta de sensibilidad de parte de quienes nos gobiernan (por ejemplo la propaganda partidista basada en
el asunto de los relojes, las casas, las presas, el uso de los helicópteros y
un larguísimo etcétera).
Todo parece indicar sin embargo, que la
insatisfacción manifiesta y la queja no son sensibles para quienes nos
gobiernan, por lo que la participación ciudadana ha sido fallida al quedarse a
este nivel. Este tipo de “participación
ciudadana” no parece tener la potencia necesaria para transformar el estado de
cosas; la lamentación y el reproche
no son una fórmula de transformación y si en cambio, una buena forma de
alimentar la frustración y el escepticismo de la ciudadanía.
La Sexta y última Premisa retoma el asunto
de la cultura de la corrupción, pero ahora propone una hipótesis alterna acerca
de la forma de verle y tratarle, como un medio para transformar la situación
actual que nos aqueja. Tradicionalmente
la cultura de la corrupción se ve como una causa descomunal de muchas de
nuestras desgracias. Una fuerza en contra de la cual los ciudadanos somos
víctimas indefensas y para aminorarle no podemos hacer nada, más que
padecerla, irremisiblemente. Tratar
de combatir a la corrupción bajo esta posición es algo tan utópico como la
pelea de David contra Goliath. Una derrota anticipada, sin duda.
La proposición alterna modifica
diametralmente los puntos de equilibrio entre la cultura de la corrupción y la
ciudadanía. La convicción que nos anima en este último supuesto pone al
ciudadano al centro del origen de la cultura de la corrupción, al proponer que
esta es la consecuencia de los muchísimos y frecuentísimos actos de
incumplimiento, a los más elementales principios de convivencia social que
realizamos, casi sin razonarlo, en cualquier momento y cualquier lugar. La existencia de este perenne enjambre de
actos menores pero corruptos al fin, se traduce en un gran estado de anuencia para que los miembros
de una vergonzosa “clase política” en el poder, puedan abusar en el espacio
público para su beneficio en lo privado.
Vista
así, la cultura de la corrupción no solo no es una causa, es una consecuencia
que pone en el origen y al centro de la transformación a la ciudadanía. Vista
así, la cultura de la corrupción nos “empodera” a los ciudadanos para darle la
vuelta a la situación, dejando de ser víctimas a ser protagonistas de este
cambio. Dos posturas que generan historias muy
diferentes.
Ahora bien, dando por sentadas las “Seis
Premisas”, una propuesta de proyecto ciudadano para ser efectiva debe poder
apoyarse en tales postulados, resolviendo
uno a uno, pero sin limitarse por ninguno. Un proyecto de transformación
ciudadano que haga sentido, desde la óptica de todas y cada una de tales
creencias.
Un
proyecto revestido, robusto y dirigido al centro de las circunstancias. Un
proyecto, bajo nuestro control y del cual seamos RESPONSABLES (como dice el diccionario): “Quien es consciente de sus obligaciones y
actúa conforme a ellas… Que es propio de la persona responsable o consciente de
sus obligaciones… Quien es autor de
cierta acción…
La
transformación de nuestra realidad es responsabilidad tuya y mía; no admite terceras
personas.
¿Y
TÚ, QUE PROPONES?
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