miércoles, 29 de abril de 2015

Es pregunta...



Los ciudadanos tenemos todo el derecho y la razón de estar indignados por la corrupción, el incumplimiento al estado de derecho y la deshonestidad… Pero ¿estaremos mirando en la dirección correcta?


lunes, 27 de abril de 2015

Comenzamos el recorrido: las acciones del Proyecto Ciudadano




Después de leer y escuchar muchas sugerencias y opiniones sobre iniciativas ciudadanas, es evidente que las que habrán de transformar a profundidad a nuestra sociedad, son aquellas que caigan de este lado: del lado de los Ciudadanos. El debate ha sido nutrido y apasionante, cargado de energía y controversia, pero ha valido la pena. Aquí la descripción de las primeras acciones.
Considerando las “Seis Premisas”, en su espíritu y razonamiento, si algo hay que rápidamente puede cambiar el estado de cosas será que Nosotros, los Ciudadanos, emprendamos en el territorio más promisorio y de mayor fertilidad: el cumplimiento irrestricto del estado de derecho. Pero congruentes con estas mismas Premisas, no proponemos exigir a “terceras personas” que se cumpla la ley, sino que, a diferencia de la tradición, propugnamos por esto suceda en el espacio estrecho, entre Tú y Yo.
Los Ciudadanos que no pertenecemos a la “clase política” directa o indirectamente somos la inmensa mayoría de este país (más del 95% de la población), por lo que si incidimos en este sector que es nuestro, la transformación puede suceder pronto y, lo más importante, bajo nuestro control. Ningún miembro de la penosa “clase política”, nos lo podrá impedir, como tampoco guiará nuestros actos en este sentido; los Ciudadanos daremos el ejemplo de lo que es una conducta ejemplar, la cual desalentará y restará fuerza a la cultura de la corrupción cuyos mayores actores y mayores dividendos se quedan en esta deshonrosa “clase política”.
Los pequeños, pero nunca insignificantes movimientos que como Ciudadanos organizados habremos de dar, reducirán los espacios convenientes que actualmente se multiplican por miles, creando las grandes áreas donde se cristalizan las más abyectas formas de corrupción. Al cerrar estos vacíos de cumplimiento a la ley, el derecho y la norma, los Ciudadanos habremos de demoler las bases sobre las cuales, los grandes actores de la corrupción sustentan sus deshonestos actos.
Como es predecible, habrá quienes opinen que impulsar acciones de esta índole “no cambiarán nada” ni reducirán la corrupción. Para quienes así opinen, nuestra respuesta es, desde ahora, que se aseguren de haber revisado, cavilado y comprendido a profundidad “Las Seis Premisas”. Si así lo hacen, entenderán la lógica de esta iniciativa y del porqué proceder de esta manera.
Quienes a pesar de ello se mantengan en el escepticismo, tengan presente que la circunstancia que vivimos en la actualidad no es una causa como tal, sino en todo momento, una consecuencia de los que por años y generaciones ha marcado la tónica de las relaciones de los Ciudadanos entre Nosotros y para con quienes nos han gobernado.
En este punto es muy importante enfatizar que no creemos que revertir la situación requiera el mismo tiempo que nos llevó llegar hasta este punto. Esa versión del cambio es tan falsa como ver en la Ciudadanía víctimas indefensas de “un sistema perverso”. Es negar nuestro liderazgo y por ende nuestra fuerza como Ciudadanos.
Aun cuando el camino que hasta aquí hemos recorrido nos ha llevado décadas, revertir la situación es más sencillo de lo que parece, si tan solo consideramos el efecto que tiene el que más del 95% de la población actuando de manera correcta.
Ahora bien, estamos seguros de que hay quienes colocados en las filas de la ciudadanía le apuestan al fracaso de este tipo de iniciativas. Personas que en su mayoría, más que damnificados son beneficiarios del estado actual de cosas, por lo que una iniciativa de esta naturaleza, atenta en contra de su “zona de confort”. Esta gente, aunque no pertenezca a la penosa “clase política”, tampoco merece el título de Ciudadanos, por lo que por definición, no caben como parte de este esfuerzo.
En los siguientes días habremos de estar comunicando las acciones que contienen a esta iniciativa. Reiteramos que serán acciones sencillas, accesibles a todos, cuyo peso radica de la repetición y el volumen de su realización. Nada imposible de llevar a cabo, así como tampoco movimientos espectaculares.
Cada acción será como un paso de un trayecto decidido que los Ciudadanos hemos resuelto dar en pos de transformar a México. Un paso a la vez como parte de un recorrido que, usando nuestro liderazgo habremos de dar quienes creemos y queremos una nueva realidad.
Los que lo haremos realidad seremos los Ciudadanos comprometidos con un nuevo País: el País que queremos para nuestros hijos y, que con nuestros actos cotidianos nos habremos de merecer.

martes, 21 de abril de 2015

De las ideas a los hechos: el perímetro del proyecto ciudadano.





Han quedado expuestas a gran nivel de detalle “Las Seis Premisas” que, en nuestra opinión,  dan sustento a un proyecto de transformación ciudadana. Es tiempo entonces de dar paso a las acciones, asegurando que estas tengan la solidez necesaria para llevar adelante los cambios urgentes que nuestra realidad demanda. Al hacerlo habremos de considerar que un proyecto de esta naturaleza, a manera de un ejercicio de refinación, habría de poder cumplir con cada una de las premisas, sin controvertirse entre ellas y sí, resolviendo los retos que cada una plantea.
Bajo tal certeza, un proyecto exitoso de transformación ciudadana, debe ser un modelo de ejecución, gallardía, honestidad y transparencia que avergüence a los miembros de la penosa “clase política”, haciéndoles ver a los de lo que podemos ser capaces los Ciudadanos (con mayúscula) organizados, sin infringir la ley ni violentar el estado de derecho (1P).
De la misma manera por un solo principio de congruencia, no habrá de caer en la tentación de sugerir que sean los propios miembros de esta “clase política” quienes lo patrocinen o lo lleven a cabo, sino estrictamente los ciudadanos “de a pie”, como Tú y como Yo (2P).
Una iniciativa que no se politice ni pase a formar parte del patrimonio de los partidos políticos; que prescinda de los liderazgos mesiánicos y el uso de los recursos provenientes del erario público. Una iniciativa auténtica e indiscutiblemente ciudadana (3P).
Un proyecto ciudadano que ataque frontal y decididamente a la corrupción, renunciando a la realidad de que esta ha sido y siempre podrá ser una forma de obtener ganancias personales de diversa índole, que por otros medios lucen inaccesibles. Es combatir la condición de “moneda de cambio” que la corrupción tiene en nuestra sociedad (4P).
Un proyecto que no se quede en la queja y la lamentación; que haga de la denuncia un medio y no un fin en sí mismo, en la inteligencia de que es necesario actuar, no solo manifestar opiniones ni reclamar acciones de terceras entidades (5P).
Un proyecto que asegure que le cerraremos el paso a la corrupción, actuando en los múltiples y muy frecuentes espacios que los ciudadanos le concedemos en nuestro actuar diario, a las trapacerías y fechorías mayores de una clase sin escrúpulos y que sin duda carece del sentido crítico de lo que significa ser “servidor público” (6P).
No pretendemos ideas espectaculares ni movimientos incendiarios, cuya complejidad imposibilite de entrada su realización y dificulte su instrumentación, por parte de Ti y de Mí. Concentrémonos en ideas contundentes, amplias, ambiciosas si, pero también plausibles, cuya factibilidad esté al alcance de la mano de cada uno.
Apostamos a una iniciativa que enorgullezca a las generaciones venideras y que modele el comportamiento ciudadano que esperamos de nuestros hijos
Un proyecto que le otorgue sentido a los sufrimientos y pesares de quienes nos precedieron y que nunca vieron realizado su anhelo de un México mejor
Un proyecto en contra de la cultura del “no se puede” o “parece inalcanzable”.
Un proyecto que honre a quienes perdieron su patrimonio, su libertad o hasta su vida, como consecuencia del actuar de funcionarios abyectos y personajes llenos de vileza y desprecio por los electores y por nuestra Patria.
Y de manera sustantiva, un proyecto que capitalice todo el aprendizaje, la ambición y la determinación de los líderes que habremos de llevarlo a cabo, responsable y comprometidamente, hasta sus últimas consecuencias: Tú y Yo.

martes, 7 de abril de 2015

La base de la propuesta Ciudadana: Sumario de las “Seis Premisas”



En los años y meses recientes, hemos conocido una serie de propuestas e iniciativas para modificar el estado de cosas, en la realidad de la aún muy joven democracia mexicana. Pocas de ellas fructificaron y, es nuestra convicción, que el origen de su vulnerabilidad radica en un sustento incompleto, inadecuado o de plano erróneo.
Es por ello que antes que proponer cualquier proyecto, quienes impulsamos esta iniciativa hemos valorado como indispensable, el desglosar una serie de premisas que aseguren un sustento firme y robusto para un emprendimiento tan ambicioso. De no hacerlo así, estaríamos construyendo sobre una base débil o carente de equilibrio, lo cual comprometerá el desarrollo exitoso de del proyecto.
Así,  lo largo de las seis entregas hemos desarrollado las “Premisas” que a nuestro juicio, le dan un sustento sólido a una propuesta de transformación, proveniente de la ciudadanía. Estos seis supuestos representan una serie de realidades que no debemos desconocer si queremos enfrentar exitosamente un cambio en las circunstancias que, día con día, sufrimos los Ciudadanos. La razón por la que son estas y en ese número, ha sido el contemplar todas las posibles realidades que hay que advertir si queremos que la iniciativa sea exitosa. Algunas de las iniciativas que en el pasado surgieron y que carecieron del éxito esperado, no consideraron el alcance de alguna de ellas y de ahí, su fracaso o su beneficio incompleto.
El punto de partida es, tal vez, la más penosa realidad que da origen a la necesidad de un cambio impulsado por iniciativa de los propios Ciudadanos: el fracaso de una deplorable y calamitosa “clase política”, la cual día con día, lejos de mejorar, pareciera regodearse en su vergonzosa condición. Baste revisar una edición de cualquier diario (impreso o digital), en una fecha al azar, para encontrar múltiples pruebas de ello. La "clase política" es una minoría numérica, que teniendo el apoyo legal de la mayoría, ha defraudado al electorado en general.
La segunda consideración que expusimos a manera de premisa, consiste en la paradójica y contradictoria expectativa que la ciudadanía manifiesta, casi a diario, de que sean los deshonrosos e incapaces miembros de esta “clase política” quienes lleven a cabo el tan esperado cambio. Es, por así decirlo, “poner la iglesia en las manos de Lutero”. ¿Cómo los ciudadanos esperamos que estos personajes que se solazan en la falta de credibilidad y capacidad, sean quienes transformen la realidad?  Esto es incongruente; el caos, por sí mismo, no puede dar origen al orden.
Una tercera suposición consiste en la experiencia de que el reducto natural de la participación ciudadana, en la práctica solo ha incrementado nuestra decepción. La partidización de la ciudadanía, parece condenada al fracaso, por diseño. Toda iniciativa “ciudadana” que se ha conducido a través del camino de los partidos políticos, parece tocada por el diablo y, tarde o temprano, se traduce en contra del interés que le dio origen. Como dicen los clásicos: “si quieres que un buen propósito se pervierta, impúlsalo a través de un partido político”. Por otro lado, las Organizaciones de la Sociedad Civil (u ONG´s), cuando se fundamentan en intereses legítimos de la ciudadanía, pocas veces obtienen el éxito esperado y, el precio que han de pagar por ello es muy alto y el lapso en que lo consiguen es muy extenso.   Las soluciones “ciudadanas” a las que tradicionalmente se ha recurrido, parecen destinadas al fracaso o, en el mejor de los casos a un beneficio caro y lento.
Como una cuarta columna que sustente el auge de un proyecto ciudadano, es necesario reconocer a la corrupción como una forma de normalidad que parece regir, entre líneas, las relaciones entre los ciudadanos y para con los gobiernos y gobernantes. La sabiduría popular otorga a la corrupción una especie de brillo (por no decir valor), sin la cual es imposible una convivencia sana y una vida completa (“el que no transa no avanza”). Sin embargo, la posibilidad que esta cualidad de normalidad que la corrupción otorga, es que nos lleva a reconocer dos condiciones de manera palmaria: la primera, que todo acto de corrupción genera siempre dos beneficiados, en menor o mayor medida. Corruptor y corrompido de alguna forma obtienen ganancias, dividendos o provechos que, fuera de un acto de corrupción no les son accesibles.  La segunda, que la corrupción es un fenómeno bilateral, de beneficio unilateral que, a la vez, daña y contribuye, expandiendo de manera viciosa un círculo que ya forma parte del paisaje en el que estamos acostumbradísimos a vivir.
La “Quinta Premisa” alude directamente a una realidad frustrante e inexplicable: a medida que la “participación ciudadana” ha crecido de manera palpable, existe entre la ciudadanía en general, la sensación de que la corrupción ha crecido en magnitud preocupante. Las páginas electrónicas de las redes sociales, los editoriales de muchísimos diarios, las charlas de sobremesa y los corrillos en los cafés, están llenos de queja e insatisfacción con el estado de cosas.
Una nueva forma de comunicación satírica se ha apoderado de la libre expresión de las ideas, la cual se refleja en la comedia televisada, la caricatura política y los llamados “memes” que se hacen por miles de la actuación de la penosa “clase política”. Incluso en el colmo de las cosas, la nueva propaganda política introduce la queja altisonante por el cinismo y falta de sensibilidad de parte de quienes nos gobiernan (por ejemplo la propaganda partidista basada en el asunto de los relojes, las casas, las presas, el uso de los helicópteros y un larguísimo etcétera).
Todo parece indicar sin embargo, que la insatisfacción manifiesta y la queja no son sensibles para quienes nos gobiernan, por lo que la participación ciudadana ha sido fallida al quedarse a este nivel. Este tipo de “participación ciudadana” no parece tener la potencia necesaria para transformar el estado de cosas; la lamentación y el reproche no son una fórmula de transformación y si en cambio, una buena forma de alimentar la frustración y el escepticismo de la ciudadanía.
La Sexta y última Premisa retoma el asunto de la cultura de la corrupción, pero ahora propone una hipótesis alterna acerca de la forma de verle y tratarle, como un medio para transformar la situación actual que nos aqueja. Tradicionalmente la cultura de la corrupción se ve como una causa descomunal de muchas de nuestras desgracias. Una fuerza en contra de la cual los ciudadanos somos víctimas indefensas y para aminorarle no podemos hacer nada, más que padecerla, irremisiblemente.  Tratar de combatir a la corrupción bajo esta posición es algo tan utópico como la pelea de David contra Goliath. Una derrota anticipada, sin duda.
La proposición alterna modifica diametralmente los puntos de equilibrio entre la cultura de la corrupción y la ciudadanía. La convicción que nos anima en este último supuesto pone al ciudadano al centro del origen de la cultura de la corrupción, al proponer que esta es la consecuencia de los muchísimos y frecuentísimos actos de incumplimiento, a los más elementales principios de convivencia social que realizamos, casi sin razonarlo, en cualquier momento y cualquier lugar.            La existencia de este perenne enjambre de actos menores pero corruptos al fin, se traduce en un  gran estado de anuencia para que los miembros de una vergonzosa “clase política” en el poder, puedan abusar en el espacio público para su beneficio en lo privado.
Vista así, la cultura de la corrupción no solo no es una causa, es una consecuencia que pone en el origen y al centro de la transformación a la ciudadanía. Vista así, la cultura de la corrupción nos “empodera” a los ciudadanos para darle la vuelta a la situación, dejando de ser víctimas a ser protagonistas de este cambio.   Dos posturas que generan historias muy diferentes.

Ahora bien, dando por sentadas las “Seis Premisas”, una propuesta de proyecto ciudadano para ser efectiva debe poder apoyarse en tales postulados, resolviendo uno a uno, pero sin limitarse por ninguno. Un proyecto de transformación ciudadano que haga sentido, desde la óptica de todas y cada una de tales creencias.
Un proyecto revestido, robusto y dirigido al centro de las circunstancias. Un proyecto, bajo nuestro control y del cual seamos RESPONSABLES (como dice el diccionario): “Quien es consciente de sus obligaciones y actúa conforme a ellas… Que es propio de la persona responsable o consciente de sus obligaciones… Quien es autor de cierta acción… 
La transformación de nuestra realidad es responsabilidad tuya y mía; no admite terceras personas. 
¿Y TÚ, QUE PROPONES?