jueves, 19 de marzo de 2015

La Sexta Premisa: la cultura de la corrupción ¿causa o consecuencia?



Durante el desarrollo de “La Cuarta Premisa” (http://ciudadanostransformandoamexico.blogspot.mx/2015/03/cuarta-premisa-la-corrupcion-como-el.html), hemos expuesto la terrible realidad que implica el estado de normalidad que la corrupción tiene en nuestra sociedad. Definimos a esta como: “el abuso del poder en la esfera pública, para el beneficio en lo privado”, en “una perniciosa relación bilateral”, donde corrupto y corrompido siempre actúan en pos de un beneficio que no podría lograrse por otro camino.
La visión tradicional que por años hemos compartido sobre la cultura de la corrupción es que esta es tan añeja y tan extensa, como la humanidad misma. Su origen como práctica viciosa de las sociedades se pierde en el tiempo y su extensión global abarca, en grados bien diferenciados, a todas las naciones del mundo.
Vista así, la corrupción “le pertenece” por definición a la condición humana. Esta visión es condenatoria y nos coloca, a los ciudadanos, como víctimas de una realidad cuyo principio es inexpugnable. De la misma forma, la corrupción por su arraigo, luce como imposible de erradicar y más bien, como ciudadanos, Nosotros deberíamos preocuparnos, más que por eliminarla, por decidir las formas y modos para sobrevivir como damnificados permanentes de los corruptos.
Como consecuencia de todo lo arriba escrito, la corrupción se plantea como la “causa de todos los males” y desmantela, de antemano, cualquier esfuerzo por atacarla y abatirla. Una triste postura. Una condena fatal.
Si deseamos aniquilar a este arcaico y descomunal “monstruo de mil cabezas”, el punto de partida es no aceptar esta certeza y renunciar al arquetipo tradicional que ubica a la corrupción como una causa, origen de muchos males, ante los cuales, los Ciudadanos aparecemos damnificados y desvalidos.
La primer regla para resolver un problema es enfocarle de una manera que nos permita advertir las oportunidades que, de manera convencional no alcanzan a ser visibles. Luego entonces, habría que replantear el postulado sobre el “origen” y mecánica de la corrupción.
En este punto y ante la inminente necesidad de permutar los supuestos acerca de la génesis, proponemos que la corrupción no es una causa inexorable, sino más bien, la consecuencia de algo que, por sus formas y magnitudes, no lo parece. El poder de la corrupción radica de una manera importante, en su facilidad para mimetizarse y mestizarse. La corrupción como práctica, infiltra primero e impregna después, la inmensa mayoría de las esferas y ambientes del quehacer humano.
De manera complementaria, todo acto de corrupción tiene siempre al menos dos protagonistas beneficiarios, de la misma forma que es la manifestación de un abuso en los terrenos comunitarios para satisfacer una necesidad individual. Si aceptamos como cierto lo descrito en el párrafo anterior, todo acto individual por insignificante que parezca, que atenta contra un derecho común es, por definición un ingrediente cardinal de la corrupción.
Dicho en otras palabras, la corrupción es el efecto acumulativo de una serie de eventos poco conspicuos, en los que los individuos atentan contra los derechos comunitarios. El funcionario público, el empresario, el líder sindical o cualesquier personaje público que actúa corruptamente, lo hace cobijado por el cúmulo incontable de conductas arbitrarias e ignominiosas que se suceden todos los días, en cualquier nivel y latitud de la sociedad.
Desde esta perspectiva alterna, el alimento de la corrupción que inunda nuestra realidad cotidiana, permanece en la elevada suma de eventos donde los ciudadanos desatendemos las más elementales y variadas normas y principios de orden, que orientan nuestras relaciones, entre individuos y hacia el todo. Esa es una realidad y a la vez una mala noticia. Lo es porque, muy probablemente (y muy com-probablemente) quien comete actos de corrupción a gran escala, lo hace bajo los auspicios de la opacidad que producen la acumulación de actos, aparentemente insignificantes, de desapego a las más elementales normas de convivencia ciudadana,  de parte de los miembros de la sociedad.
Esta forma de apreciar a la corrupción, de ninguna manera exime de responsabilidad ni otorga impunidad a quien la comete. No es una forma de justificación ni un paliativo por su abyección.
Como decimos, esa es una realidad y a la vez una mala noticia. La buena noticia es que, vista a la corrupción de esta forma, como una consecuencia y no como una causa, nos libera a los ciudadanos de una condena que, en el enfoque tradicional no tiene remedio y solamente nos ubica como víctimas pasivas de una fuerza incontrolable, movida por voluntades invisibles.
Ver de esta forma a la corrupción pone las cosas en otro lugar; cambia la correlación de pesos y contrapesos. Ver a la corrupción como consecuencia y no como causa, pone el centro de gravedad de este fenómeno en la ciudadanía (así como también a su abatimiento) y no necesariamente solamente en la ignominia de una deplorable “clase política”.
Pero también, concebir de esta forma a la corrupción permite a la ciudadanía un empoderamiento para acabar con esta cultura milenaria
Un empoderamiento que da sentido al liderazgo de la ciudadanía y su participación.

6 comentarios:

  1. Coincido completamente con Pablo, la corrupción NO es una causa, es una consecuencia. Tengo la convicción de que ésta se desprende del más profundo egoísmo que habita en los seres humanos, donde los intereses personales suelen estar sobre los intereses de otros y por lo tanto, se incurre en los actos más bajos en aras de satisfacer las necesidades personales. Esto no solo se da a nivel político, hoy en día es una forma de vida en todos los segmentos sociales. Así entonces, la mayoría de los conflictos políticos que existen en el mundo están causados por personas con un intenso apego a sus creencias e intereses.

    Siendo la corrupción una consecuencia, tenemos el control de revertirla. Cuando yo planteo que el Nivel de Conciencia de los seres humanos es determinante en las situaciones que vivimos ya sea en México o en cualquier parte del planeta, me refiero a que la conciencia es la escencia de todo. Es lo que nos hace hacer lo que hacemos y por lo tanto, pensar en lo que pensamos. En otras palabramos somos lo que pensamos y actuamos en consecuencia y por lo tanto, nos hace quienes somos.

    Es curioso, entre más trato de comprender todo lo que acontece en nuestro país, todo lo que hemos venido cargando como individuos década tras década, más convencida estoy de que hay conciencia que construye y conciencia que destruye, esto por sí solo nos lleva a la maravillosa oportunidad de elegir por donde queremos transitar, de ahí la consecuencia de lo que habremos de vivir.

    Con frecuencia me pregunto, ¿Qué pasaría, si todos elegimos construir un país más digno y evolucionado?

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    1. Quienes impulsamos este proyecto, así ya lo hemos elegido. Pero su construcción solo puede provenir de ACCIONES, derivadas de esta conciencia. El proósito de las Seis Premisas, es precisamente alinear nuestras conciencias en torno de la URGENTE necesidad de actuar de manera efectiva y en pos de un proyecto contundente y efectivo. Gracias por tu colaboración y, como siempre, te invito a compartir esta iniciativa entre tus contactos (facebook). El primer paso para el éxito de esta iniciativa depende de su viralidad. Gracias mil por participar

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  2. La pregunta en el titulo de esta Sexta Premisa de si la Cultura de la Corrupción es Causa o Consecuencia me hizo pensar en otra que comúnmente se hace, qué fue primero, el huevo o la gallina…?
    La Causa de algo es el fundamento, lo que le dio origen, lo que lo hizo surgir, desarrollarse y crecer. La Consecuencia por su parte, es todo lo que ocurre inminentemente a partir de la existencia de la causa. Luego entonces creo que la Cultura de la Corrupción es tanto una causa como una consecuencia y es importante combatirla desde esos dos frentes si queremos tener éxito. Sí es la causa de muchos males que afectan a la sociedad de muchas maneras y es la consecuencia de la ambición desmedida, la avidez de poder, la falta de Educación y de escrúpulos de muchas personas y personajes en todas las esferas de la sociedad. En mi opinión es muy importante conocer las causas de los problemas para encontrar soluciones que puedan resolverlos de raíz.
    A muy grandes rasgos, históricamente la Corrupción inició su arraigo en México en la caída de México-Tenochtitlán, cuando Hernán Cortés hizo caso omiso de la orden del rey Carlos V de no “encomendar” a los indios a particulares porque eran considerados vasallos libres de la Corona. Y como lo que él quería era conquistar, tuvo a bien poner a cargo de Coyoacán y otros pueblos a soldados ignorantes y burdos para poder controlar a la población y generar riqueza, obvio para su beneficio y el de su gente en primer término. De una cadena de corrupción en España, se generaron otras, y otras en México, y pues la historia sigue… Así tenemos que la Causa de dicho arraigo fue el deseo de tener control, dinero y poder, y la Consecuencia… la seguimos viviendo…
    En suma, desde mi punto de vista la causa de la Cultura de la Corrupción es La inexistencia de Educación, valores morales y escrúpulos de ciertas personas, para conseguir valores materiales, “posición social” y tener control y poder sobre otras. El dinero es considerado como un fin y no un medio. Si queremos erradicarla es aquí en donde hay que trabajar en todos los niveles y ámbitos sociales. Un primer paso puede ser el analizar nuestras propias prácticas al respecto, corregir y cambiar, si es necesario, para luego predicar con el ejemplo.
    Y finalmente, viendo a la Corrupción como consecuencia, encuentro sometimiento, miedo y un sentido de incapacidad y autodesvalorización de la población; la veo en un estado de pesimismo que la coloca en una posición de apatía y victimés, coincidiendo con Pablo López, desde la que espera ser “rescatada” con la maravillosa llegada de un verdadero y justo líder. Luego entonces el reto es trabajar en la baja autoestima de la Ciudadania. Nada se puede lograr si no creemos real y profundamente que lo podemos lograr. Como bien apunta Griselda de la Fuente, es fundamental tomar consciencia de nuestra postura ante las circunstancias, replantear nuestras capacidades, elegir qué y cómo queremos vivir y actuar en consecuencia.

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  3. Bueno, creo que es importante hacer precisiones... Estoy de acuerdo con la muy profusa descripción que haces Mona. Siempre existirá una disquisición filosófica a este respecto, pero los Ciudadanos tenemos que decidir con puntualidad, a que versión queremos responder. Por ello lo circunscribo a solamente un par de opciones. Es la cultura de la corrupción la causa de como actuamos y somos, entonces seremos víctimas de una fuerza inmarsesible. El la la cultura de la corrupción la consecuencia de nuestro actuar y nuestro ser, entonces podemos modificarlo. El punto es decidir de que lado jugamos, como autores o como damnificados. Nosotros OPINAMOS que para cambiar las cosas, primero necesitamos tomar la parte que nos toca en la existencia de aquello que queremos cambiar. De otro modo, es poco o nada lo que podremos conseguir. Entiendo que tácitamente Tú y muchas otras personas más que así me lo han expresado, han DECIDIDO tomar un rol activo, protagónico y asumir que como causantes, podemos influir en el curso de los acontecimientos, en lugar de solamente verlos pasar, quejarnos y dejar las cosas igual.... Acerca de la educación, no difiero del punto, sino del tiempo.... Cambiar a una sociedad por la vía de la educación es lento, aunque inevitable, pero puede poner las cosas MUY LEJOS del día de hoy. Ciertamente, en algún momento hay que comenzar y, como educadores, habemos quienes ya hace años comenzamos a hacerlo. Pero hablar de actura evoca a un plazo de tiempo más próximo, lo más cercano al día de hoy...
    Gracias por el comentario... Saludos

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  4. Mi descripción profusa fue con la intención de darle contexto a mi planteamiento.
    Sólo para puntualizar, estoy de acuerdo en que debemos ser actores y no víctimas ante la Corrupción, en ningún momento expreso lo contrario, sólo que yo creo que es importante no perdernos en las formas de abordar el problema sino ocuparnos más en el fondo, y pienso que mientras más sencillo y concreto lo hagamos, mejor. Mi idea fue tratar de delinear y dirigir “puntualmente” esas acciones (la parte que nos toca) desde mi muy humilde punto de vista.
    En cuanto a convertir a la Educación en instrumento de Transformación de la Sociedad, claro que se va a llevar tiempo, el daño es muy grande y profundo, no podemos esperar que cambie de la noche a la mañana, pero no por eso hay que posponerlo, como bien dices, se tiene que empezar en algún momento, y por qué no hoy? Estamos buscando dejar un mejor País a las futuras generaciones, no es cierto?
    Ahora, cuando hablo de Educación no me refiero sólo a la que damos a nuestros hijos o a la que se imparte en las escuelas, me refiero también a la de los adultos, nosotros tenemos que educarnos y re-educarnos en muchas áreas si queremos tener una transformación personal y convertirnos en agentes de cambio, y esta es una acción o un conjunto de acciones inmediatas que cada día se pueden poner en práctica. Creo que cada cambio personal positivo que tengamos tendrá un impacto igualmente positivo y a favor de la Transformación que queremos para México. Además, las oportunidades diarias para ello abundan…
    Finalmente solo quiero preguntarte, cuál según TU es la parte que nos toca?

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    1. Esta última que comentas, sin duda. Necesitamos ser actores en la modificación de la conducta (re-educación) de los adultos SIMULTANEAMENTE a modelar la de nuestros menores. Pero lo dramático es que tendremos que hacer en un periodo de tiempo reducido, actuando en PRIMERA PERSONA, no convenciendo a otros, sino iniciando conmigo mismo. Será como una cruzada de transformación cultural. Estamos delineando los últimos puntos de esta iniciativa, pero me alegra confirmar que, en lo sustancial, estamos de acuerdo. ¡Gracias por opinar y participar!

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